
Somos marionetas, payasos, acróbatas
o tal vez un animales amaestrados, que se mueve al compás del látigo del amo.
De vez en cuando estiramos las manos para recibir los aplausos hipócritas del
público que gozan de nuestro actuar. Una sonrisa fingida brota de nuestros labios escondiendo nuestro
dolor, nuestra tristeza, nuestra humillación. Mientras tanto, nuestra sangre
fluye, cual Amazonas, furiosa por nuestras venas, cargada de coraje, de rabia,
de impotencia buscando como estallar, pero las circunstancias de la vida hacen
que estrelle en la dermis de nuestros rostros. Pero, la función debe continuar…
El telón cae, los faros se apagan, la música también. El público se retira satisfecho de haberse divertido por un billete. Los actores extenuados estiran su mano, para recibir la paga, y una moneda raída cae en la mano clamorosa. Caen las caretas de la faz de los actores dando pase a la cruda realidad. Una lágrima delatora atenúa el coraje, la rabia, la impotencia…
Pero, la función debe continuar… ¿Hasta
cuándo?...
¡FELIZ AÑO 2014!